por Daniela Amaya
A menudo hablamos de lo difícil que pueden ser las relaciones: en pareja, con la familia, amistades o incluso en el entorno laboral. Conflictos, límites difusos, expectativas no expresadas.
Pero pocas veces nos detenemos a mirar con honestidad el punto de partida de todo vínculo: la relación que tenemos con nosotras mismas.
No podemos construir relaciones sanas si no hay un terreno firme dentro de nosotras.
- ¿Cómo poner límites si no nos sentimos dignas de ser escuchadas?
- ¿Cómo elegir parejas conscientes si no somos conscientes de nuestras propias heridas?
- ¿Cómo liderar con empatía si no nos damos permiso a sentir lo que llevamos dentro?
Trabajar en ti no es egoísmo, es responsabilidad. Es hacerte cargo de tu historia emocional, de tus patrones, de tu diálogo interno.
Es dejar de esperar que los demás nos validen o llenen vacíos que solo nosotras podemos mirar con amor y coraje.
Cuando te tratas con respeto, es más fácil pedir respeto.
Cuando te hablas con compasión, se vuelve natural conectar desde ahí.
Cuando te conoces, eliges mejor: tus relaciones se vuelven más auténticas, más ligeras, más verdaderas.
Desde mi experiencia como coach del amor y desde cada conversación en Bevrando, lo confirmo una y otra vez: una relación consciente contigo misma transforma todas las demás.
¿Por dónde empezar? Aquí tienes un ejercicio sencillo y poderoso:
Cada noche, antes de dormir, pregúntate con honestidad: ¿Hoy me traté como trato a alguien que amo?
Y si la respuesta es no, no te castigues.
Solo anota una pequeña acción con la que puedas reconciliarte contigo mañana. Puede ser tan simple como descansar, decir que no, o hablarte con más ternura.
Porque mejorar la relación contigo no se trata de exigencia. Se trata de presencia.
¿Te sumas a este desafío?
No responses yet